EL ELEGIDO

Por Rafa Ferrero

¿Os habéis fijado en la cantidad de historias que hay en las que parece que el planeta entero se va a pique, pero al final no? No sé a vosotros, pero a mí empieza a cansarme un poco saber lo que va a pasar al final antes incluso de sentarme en la butaca.

Ya sé lo que me vais a decir, que en este tipo de historias el final es lo de menos, que lo importante es la aventura, la peripecia. Pero en eso no estamos de acuerdo. De hecho, ahora mismo estoy trabajando en un guión que narra una historia preapocalíptica. Es decir, que no acaba precisamente bien. Si he decidido optar por esa vía, es porque llevo tiempo reflexionando sobre este tema y he llegado a algunas conclusiones. En este post intentaré explicarlo.

En este tipo de historias el mal puede tomar muchas formas. A veces tiene forma de ejército enemigo. Máquinas, orcos, alienígenas, bárbaros, demonios…

Otras veces la amenaza es temible por su irracionalidad y dimensiones. Desastres naturales, plagas de virus, meteoritos, monstruos, zombies…

Y otras veces el mal se personifica y aparece la figura del antagonista, el malo. Tipos muy raros casi siempre.

En cambio, en la gran mayoría de historias en las que está en juego la supervivencia de la humanidad, hay algo que no cambia. Siempre hay un héroe, el elegido para salvar al mundo. Alguien con unas cualidades especiales, la mayoría de las veces sobrehumanas, o equipado con algún tipo de artilugio especial, mágico o basado en una tecnología futurista todavía inexistente. Alguien capaz de enfrentarse a lo que sea necesario, de interponerse entre la humanidad y el mal, y salvarnos a todos sin ni siquiera despeinarse.

Como espectadores, cuando vemos una historia de este tipo, siempre nos identificamos con el héroe. Están escritas para que ocurra exactamente eso. Nos gusta imaginarnos a nosotros mismos en la piel de esos personajes. Sin ir más lejos, yo mismo de pequeño tenía un palo clavadito a Excalibur.

Pero con los años he llegado a la conclusión de que, en realidad, todo este tiempo lo hemos estado haciendo mal. Nos identificamos con el personaje equivocado. No somos el héroe. Somos los que lloran aterrados pidiendo auxilio. Somos el extra que muere en segundo plano. Somos los personajes sin importancia que aplauden cuando el héroe consigue salvarles justo a tiempo.

Puede parecer una gilipollez, pero si nos detenemos a pensarlo un poco, podríamos llegar a conclusiones preocupantes.

En multitud de historias, generación tras generación, la humanidad se empeña en representarse a sí misma como un bien “per se” al que hay que proteger. Un todo, una razón última que justifica cualquier sacrificio, el bien mayor. Y en esas mismas historias, quien se encarga de salvaguardar la supervivencia de la especie es un solo individuo o un equipo reducido de seres especiales, muchas veces además caracterizados precisamente por no ser humanos.

Es decir, que en estas historias la humanidad juega un papel pasivo. Somos como ese personaje femenino tan mal definido y maltratado por la visión machista del mundo, la chica que grita esperando que la salven.

Cuando se descubre la amenaza, el mal que podría acabar con todo, nos limitamos a depositar nuestras esperanzas en un héroe. Derivamos la responsabilidad en otro. Nos comportamos como niños malcriados escondiéndonos tras las faldas de nuestra madre para que dé la cara por nosotros.

La pregunta es ¿influyen estas historias de algún modo en la forma en que la humanidad se enfrenta a los problemas?

En un blog de guionistas no creo que sea necesario defender la idea de que la forma en que narramos, aunque sea ficción, redefine el mundo. Las ficciones contribuyen a formar una cosmovisión, una forma de entenderlo todo. Y cuando esa forma de narrar se convierte en arquetípica, el modelo se convierte en útil, no solo para crear nuevas ficciones, sino también para interpretar la realidad. Y eso provoca que ante situaciones similares a las descritas en la ficción, aunque sea de forma inconsciente, busquemos o esperemos el mismo tipo de soluciones que resolvieron el problema en la narración.

Tal vez esto explique que los medios de comunicación acostumbren a buscar héroes en las historias reales. Como espectadores acostumbrados a un determinado orden narrativo en el que el bien siempre prevalece, llevamos muy mal que en una historia el mal venza sin más. Por eso, cuando ocurre una desgracia, la narración de la misma acostumbra a buscar la tranquilidad del espectador ofreciéndole algo a lo que agarrarse. Encorsetar la realidad a los patrones arquetípicos de las historias de héroes es más habitual de lo que parece. Ahí están los llamados “50 héroes de Fukushima” o el monumento a los bomberos del 11S. Y que a nadie le sorprenda que si un tifón en Filipinas provoca la devastación del país y decenas de muertos, las imágenes que documenten la noticia sean las de alguien jugándose la vida por salvar a un niño. Otro héroe.

hero

No lo critico. Solo lo señalo porque me parece interesante. A veces no somos conscientes de hasta qué punto lo que escribimos y la realidad que nos rodea tienden a influenciarse mutuamente. Estamos convencidos de que nuestras experiencias vitales influyen en cómo escribimos, pero no siempre nos damos cuenta de que lo que escribimos también influye en cómo vivimos. Además a todos los niveles. Como individuos, como sociedad y como especie. Porque, ¿cómo se enfrenta la humanidad a los peligros?

Puede que en el mundo real no existan los zombies, pero la humanidad se enfrenta a multitud de peligros reales que amenazan nuestra supervivencia. La superpoblación mundial, el cambio climático o la proliferación de las armas químicas y nucleares. Amenazas todas ellas creadas o provocadas por la propia humanidad.

Son amenazas reales. Cada cual tendrá su opinión personal sobre lo preocupante de cada una de ellas, pero nadie puede negar que todas ellas, poniéndose en lo peor, plantean escenarios que incluyen la extinción de la raza humana.

¿Estamos esperando a que llegue el héroe de turno para solucionarlo?

Estoy convencido de que nuestro comportamiento como especie, nuestra forma de ignorar los problemas, se debe, en parte, a este tipo de historias. Hemos creado sociedades acostumbradas a esperar al héroe, acostumbradas a vivir como un niño que sabe que si todo falla siempre está su madre para solucionarlo todo. Nos engañamos a nosotros mismos diciéndonos que no podemos hacer nada. Pero tengo una mala noticia, los héroes no existen. No va a llegar nadie volando desde otro planeta para evitar ningún desastre. Y esperar al último momento para resolver los problemas puede parecer muy espectacular, pero es la peor de las estrategias.

Por eso he decidido escribir una historia ambientada en un futuro próximo en el que la supervivencia de la humanidad está en juego. Pero la amenaza no es ningún ser demoníaco, ni nada fantástico, sino una situación político-social alterada por el anuncio de las principales petroleras del planeta de que las reservas de crudo están llegando a su fin. Las disputas entre los países por controlar los últimos pozos y la amenaza latente de una guerra mundial con armamento nuclear es el auténtico antagonista de la historia.

Y en medio de todo esto, surge la lucha entre dos seres especiales. El héroe arquetípico que todos esperan en una situación de este tipo. Pero su enfrentamiento no es una lucha por la destrucción o la salvación, sino un enfrentamiento entre dos formas de entender su poder, entre el que considera que deben intervenir y salvar a la humanidad y el que defiende la idea de que deben permanecer al margen y asumir la suerte que la humanidad decida darse a sí misma.

Si esta historia llega a rodarse, seguramente, el final confunda y cabree a mucha gente. Pero espero que sea solo hasta que comprendan que el héroe de esta historia es distinto al resto solo por una cosa, porque no trata a la humanidad como a un niño, sino como a alguien capaz de tomar sus propias decisiones.

La duda es si realmente lo somos, o no.

8 comentarios en “EL ELEGIDO

  1. Hace un tiempo que reflexiono precisamente sobre este tema. Y creo que lo has definido muy bien, es como si fuéramos niños malcriados que esperan que sus papás les saquen de todos los problemas. Según esté mejor o peor contada la historia puedo perdonarlo más o menos, pero creo que el mensaje que lanzamos no es del todo maduro, o suele necesitar alguna vuelta de tuerca importante.

  2. ni mi blog, ni el tuyo, ni la película de éste, ni la del otro, ni ninguna historia en el mundo será capaz de cambiar lo que va a pasar. hace tiempo que contar historias no sirve para nada por una razón sumamente sencilla: el espectador está insensibilizado y deshumanizado, y, aunque gozase de sentimientos, se encontraría totalmente atado igualmente…
    pero, sigamos.

  3. Me ha encantado tu artículo y me ha dejado reflexionando sobre ello. Creo que tienes toda la razón y precisamente ese niño malcriado en el que nos hemos convertido la humanidad es el que va a conseguir que jamás se solucionen ninguno de nuestros problemas. Yo también tengo un guión en mente sobre una historia apocalíptica, pero muy diferente al tuyo. Y este artículo que has escrito me ha dado ideas para incorporar en mi guión. Así que gracias por inspirarme. Y espero ver tu guión realizado algún día. Me encantan las películas apocalípticas.

  4. sí, está bien.

    el héroe -el concepto- ha ido evolucionando históricamente de una forma muy curiosa. tres cositas, por resumir: en aristóteles -siempre hay que empezar con él-, se habla de «hamartia», el error inevitable, la tragedia -edipo follándose a su madre-… los judíos introducen y explotan el concepto de elegido que lo peta hoy día -y que tú señalas-. neo, frodo… es lógico que se nos imponga ese modelo: suyos son los medios de producción.

    pero, y es a donde quiero llegar, nos queda el cristianismo, entendido como lo explica zizek: ese «padre por qué me has abandonado», esa muerte y resurrección que ha de ser entendida como un punto y aparte. como un «ahí os quedáis»

    como un «no intervendré más».

    no hay mesías. no hay nada. sólo nosotros. busca info, que te va a gustar.

    por otro lado, tan interesante como el concepto de héroe en las historias apocalípticas -o post apocalíticas, mejor- es el hecho de… por qué esas historias?

    de chaval, la primera vez que fantaseé con algo así fue porque me gustaba la prima de un amigo, demasiado mayor -ella- como para tener una oportunidad. es entonces cuando se me ocurrió un escenario en el que pudiera estar solo, con ella… para repoblar el mundo y esas cosas.

    de algún modo, necesitamos ese contexto.

    hace tiempo vi en internet una gráfica que respondía a la pregunta: «qué harías si se desatara una invasión zombi?»: el 5% -por decir algo- contestaba: «llorar desconsoladamente». un 10% decía que «buscar refugio»…

    el restante 85% decía: «emocionarme porque está pasando».

    y es así. en el fondo, somos críos pensando que podemos follarnos a quien sea… sin pensar que no duraríamos ni dos días en un escenario así… o lo que es peor, que ni por ésas nos íbamos a tirar a la chati.

    pero… bueno, a mí ése es el héroe que me mola, el que no se la tira y, aun así, la salva.

    se me ha ido un poco el tema. un saludo.

    e.

  5. Se ha producido un debate en Facebook sobre este post. Con el permiso de los citados, paso a copiar aquí los comentarios.

    Grom El Único Sánchez-Padilla

    Difiero radicalmente con la opinión del autor. Por supuesto que existen «héroes», entendidos como alguien que lucha contra todo tipo de obstáculos con tal de que prevalezca el bien o la justicia (términos, por otro lado, tan universales como ambiguos).
    Lo que no existen son los James Bond.
    El sr. Ferrero habla de amenazas abstractas… que no tienen solución concreta. ¿Cómo detener el calentamiento global (de existir éste, claro… Pero me callo, que esto daría para muchos posts)? No hay un botón específico, una palanquita escondida en una base secreta metida en un volcán del Pacífico. Pero sí existen personas que se enfrentan a instituciones y poderes fácticos por cambiar determinado comportamiento medioambiental. Y sí, son héroes. Otra cosa es que venzan o no; pero su comportamiento heróico no puede ser obviado.
    Los mineros que caminan por una situación laboral justa.
    El médico que se planta y exige una sanidad pública.
    La mujer separada que se desloma día y noche por sacar adelante a sus dos hijos.
    Son héroes.

    Precisamente, a mí lo que me cansa como espectador es esa sensación de «todo está perdido»; más que nada, porque eso es lo que algunos desgraciaos pretenden grabarnos a fuego en la vida real.

    ¿Qué quieren? Yo soy más de «Los Vengadores» que de «Informe Semanal»…
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    Elena Cobos

    Grom, yo creo que lo que quiere decir es que, justamente, basta de que sea cuestión de salvar el mundo dando a un botón, y porque tú eres el elegido por los dioses como Único capaz de dar al botón.

    Defiende hablar de cómo se solucionan de verdad los problemas, y no de repetir la idea de q hay una solución mágica que traerá algún Mesías.

    Precisamente el tipo de héroe que tú has descrito muy bien, es a lo que él se refiere (creo yo) con lo de que la humanidad se debe salvar a sí misma.

    Y es esa la idea que me parece fantástica. ¡Basta de que el problema sea salvar el mundo! A no ser que estés hablando de un problema global de verdad, explorando sus soluciones. Pero no simplemente por aumentar la apuesta, poniendo ahí un objetivo absurdo al que el prota además está predestinado.

    Todos los protagonistas son héroes de su propia historia, ¡claro! Por eso me parece que les quita fuerza el que ellos no lo hayan elegido (predestinación), y que se dé una y otra vez la situación de que
    «El mundo desaparece si yo no hago tal» Yo digo que:

    1.Bien. El mundo entero tiene muchos problemas serios que lo amenazan. ¡Trátalos! O bien

    2.Hay muchos problemas serios que no hacen desaparecer el mundo. No tienen por qué. Y eso está BIEN.

    Lo importante es que amenace el mundo de mi protagonista. Se creen que van a dar más intensidad por que se amenace al mundo entero, cuando, para un personaje concreto, su mundo se acaba por cosas mucho más pequeñas, y esas son las que nos importan, las que hacen que estemos con él.
    Aumentar a «salvar el mundo» para mí resta interés, saca del prota y de sus cosas el centro de interés, lo vuelve tópico mil veces visto, y no ayuda, como pretende, a que nos importe más a los espectadores.

    Aquí @FilmCriticHulk explica muy bien lo del héroe en el párrafo numerado como 1, te extraigo un párrafo:

    «HEROES AREN’T BORN DEMIGODS. THEY AREN’T PICKED. IT’S A POSSIBILITY WITHIN EVERYONE AND WE ONLY GET THERE BY BELIEVING IN OURSELVES AND FINDING THE KINDS OF PEOPLE WHO BELIEVE IN US. HEROISM ISN’T A BIRTHRIGHT THAT WE FUTZ AROUND. IT’S A CHOICE. AND IT’S REALIZED THROUGH BOTH WILL AND GENUINE EMPATHY.»

    http://badassdigest.com/…/film-crit-hulk-smash-the…/
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    Rafa Ferrero

    ¡Cómo me alegro de que el post esté generando debate! Mi opinión ya casi es lo de menos, pero aclararé algo de todos modos. Coincido bastante con lo que comenta Elena.

    En realidad creo que estamos de acuerdo Grom. Tal vez haber puesto ejemplos de peligros que amenazan al conjunto de la humanidad haya confundido un poco, pero la intención era dar a entender que incluso estas amenazas tan abstractas solo pueden resolverse con la suma de muchos gestos individuales, no con la acción heroica de un único individuo.

    En el fondo de la reflexión hay una idea de humanidad. Podemos entendernos a nosotros mismos como un caos ingobernable y probablemente destinado a la autoextinción. Lo cual lleva al «toto está perdido» que tú comentas. O podemos entendernos como un conjunto de millones de voluntades capaz de coordinarse y trabajar en pro de intereses comunes.

    La intención del post es precisamente criticar el inmobilismo en el que las sociedades parecen haberse estancado y abogar por el tipo de acciones individuales que tú calificas de heroicas.

    Creo que el símil del niño malcriado funciona bastante bien. Hasta ahora la humanidad se ha estado comportando como tal, pero ha llegado el momento de “madurar”, de asumir el control de nuestro propio destino, de empezar a ser conscientes de que nuestras acciones tienen consecuencias.

  6. Otro debate interesante que os traigo directamente del muro de Facebook de Juanjo Ramírez.

    Joan Álvarez

    Sí, pero tampoco olvidemos que hablamos de entretenimiento. Y se supone que el entretenimiento está ahí para ayudar a la gente a evadirse de la realidad. Para sumergir a la gente en la realidad ya está el cine social. Por ello, hay que saber diferenciar entre uno y lo otro.
    El público, en general, quiere identificarse con héroes para, precisamente, desmarcarse de lo que ocurre a su alrededor.
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    Rafa Ferrero

    Hola Joan!
    No seré yo quien critique el entretenimiento. Ni mucho menos. Pero una cosa es entretener y otra muy distinta ayudar a la gente a que se evada de la realidad. Lo que digo es que se puede hacer lo primero sin necesidad de hacer lo segundo. Es decir, que es posible crear historias fantásticas tremendamente entretenidas que jueguen incluso con las mismas emociones que las historias de superhéroes de toda la vida, pero controlando el mensaje que se está dando.
    Toda historia, aunque se escriba con el único objetivo de entretener, contiene un mensaje. Ser conscientes de lo que estamos diciendo es fundamental porque de lo contrario corremos el riesgo de acabar diciendo algo con lo que realmente no estamos de acuerdo.
    No creo que la única función del entretenimiento sea la evasión. Es posible crear historias apasionantes, que capten totalmente la atención del espectador mientras dure la película, sin necesidad de tergiversar ciertas realidades.
    Es un debate complejo y apasionante. Podría llevarnos mucho tiempo tratarlo como se merece. Pero añado sólo un ejemplo más. Las películas de Disney han sido muy criticadas por el machismo latente que contienen muchas de sus producciones. ¿Es inevitable ser machista si queremos hablar de príncipes y princesas? Pues no. La magia de Disney no depende de ese mensaje, ni sus personajes son menos atractivos si se relacionan de un modo más acorde con los tiempos.
    ¿Por qué no podemos evolucionar también en las historias fantásticas sobre héroes?
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    Joan Álvarez

    Hola Rafa. Sí, de acuerdo con todo eso, claro. Pero, por un lado, asumes que la gente (en general) quiere entretenerse sin evadirse necesariamente de la realidad; y segundo, asumes que el público (en general) está tomando una opción equivocada, que es identificarse con el héroe en lugar de con la plebe.
    Yo creo que, precisamente, lo que quiere el espectador medio es eso, independientemente del mensaje (yo lo llamo premisa) bajo la que se articule la historia.
    Nuestra posición como creadores, y nuestra visión moral sobre el mundo que queremos mostrar. En eso radica precisamente la premisa (o mensaje).
    Pero lo que funciona, para bien o para mal, es el pan y circo. Y ese es el motivo por el que funciona un The dark knight, y no funciona un The world’s end, aunque ésta segunda sea mucho mejor con creces.
    Por cierto, y a pesar de mis comentarios, interesante post, que una cosa no quita a la otra.
    Un saludo!
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    Rafa Ferrero

    Desde luego Joan. Yo no pretendo elegir por nadie más que por mí mismo. Ni me atrevo a decirle a nadie que esté equivocado por elegir una cosa u otra. Si hay quien entiende el cine como una forma de evasión y le molesta que le intenten colar nada que no sea sangre y sexo, pues es su elección. Pero eso no significa que yo no tenga más opción que escribir ese tipo de historias. Faltaría más.
    A la hora de escribir soy tan libre como ese espectador y puedo elegir la premisa de la que quiero partir y el modo en que quiero contar mi historia. Si después nadie quiere ver el resultado de mi trabajo, tendré que asumirlo.
    De todas formas, puede que el pan y circo siga triunfando, pero hay otras opciones y algunas han conseguido el éxito. The Wire me parece un gran ejemplo. Es una serie madura, que exige atención al espectador y que lanza un mensaje muy poco tranquilizador. Yo apuesto por esta vía. Ojalá sea capaz de escribir algo la mitad de bueno.
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    Joan Álvarez

    Sí, pero the Wire no es un producto mainstream. Su éxito es relativo, ya que se produce en determinados círculos. Digamos que no compite en la misma liga. Pero claro que hay excepciones. Tiene que haberlas. Y quizá más hoy en día.

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