RESPUESTA A CURSO PARA PRODUCTORES AUDIOVISUALES (VALENCIANOS)

tren

En este blog habitualmente nos leemos unos a otros antes de publicar los artículos para darnos retroalimentación pero en esta ocasión yo no pude hacerlo con el anterior post que firmaron Gabi Ochoa y José Jaime Linares. Supe que había cierta polémica en algún muro del facebook y también antes de publicarlo en mi muro lo leí. Me surgió esta reflexión, y en lugar de publicarlo en los comentarios decidimos convertirlo en un nuevo artículo.

Por Martín Román.

No puedo hablar del audiovisual valenciano desde sus inicios, no llevo tanto en este oficio, mi aterrizaje al mundo laboral fue al mismo tiempo que se iniciaba el boom de producciones alimentado por la burbuja inmobiliaria. Si ese es el nacimiento de la industria valenciana del audiovisual deberíamos considerarlo más un aborto por malformación.

Mientras estudiaba guión se rodó esa producción a la que apodaron «la locomotora del audiovisual valenciano». Estoy hablando de Ausiàs March ¿alguien se acuerda de ella?

Cuando acababa el master de guión en la FIA se rodaban las primeras tres tvmovies (malas, por no decir terribles), durante unos cuantos años se estuvieron produciendo alrededor de 7 tvmovies por año. Podría achacarse a las tres primeras su mala calidad por la novedad del formato, pero es que las que siguieron año tras año las seguían haciendo los mismos, y cuanto más malas parecían tener más puntos para repetir en la dirección. Una de las que me gustó de verdad fue Omar Martínez un guión bien armado, buena realización y actores bien dirigidos… Pau Martínez no dirigió ninguna tvmovie más. La que dirigió Sigfrid Monleón (guión del director y de un servidor) fue líder de audiencia superando a Ejecución inminente de Clint Eastwood en La 1. Nunca nadie nos llamó para que volviésemos a intentarlo.

En mi actitud novata, una vez participé en la reescritura de un proyecto de televisión mezcla de magacín y ficción. No cobré, lo hacía porque si salía el proyecto tendría trabajo y era algo novedoso, me ilusionaba. La serie no salió, no gané dinero. Esa productora de quien el máximo exponente era un director y productor que trabajó bastante en esos años me volvió a llamar al tiempo para escribir un guión de tvmovie. Le dije que sí pero que cobraba 3000€ por el desarrollo. Su respuesta fue que no me podía pagar pero que si la vendía me pagaba el máximo que se estaba pagando por un guión de tvmovie. No acepté, ya había hecho el memo una vez. A ese productor, que por cierto saludo con agrado y me cae bien, le he escuchado discursos progresistas pero su ejemplo no es el mejor.

Productoras con varias producciones en marcha no pagaban el desarrollo de sus proyectos incluso cuando sabían que lo tenían prácticamente vendido. Y luego te pegaban la patada. Yo co-cree una de las series más exitosas que se han emitido en Canal 9  y hasta que no se vendió no cobré. El compromiso de la productora era que si salía contarían con mis servicios. Cumplieron su palabra, dialogué un capítulo y nunca más supe de ellos. No sería tan malo mi trabajo si se vendió la serie… yo estaba trabajando en ese momento en una serie documental que me motivaba mucho más y además ya me habían advertido de las malas prácticas de esa productora y mi reflexión fue «sabía que podía pasar y ha pasado». Además existía el miedo que si montaba mucho pleito se me vetara luego en ayudas por ponerme en contra a una de las asociaciones de productores valencianos.

Digo todo esto porque siento que el artículo anterior alude a una época en que sí existió una industria. Y es mentira, hubo gente que quiso hacer dinero, nunca un negocio perdurable. Y como en esa época había trabajo aunque no hiciésemos los productos que deseábamos no nos importaba tanto porque podíamos eludir la frustración cenando por ahí, yendo a conciertos y viajando por Europa en Ryanair, vuelos low cost para los creadores low cost.

En ese aborto que fue el boom del audiovisual valenciano «Ausiàs March» cumplió la promesa de los políticos, la televisión y productores que la apoyaban SÍ fue «la locomotora del audiovisual» valenciano, una locomotora que descarriló estrepitosamente, creo que mis padres fueron los únicos que la vieron hasta el final porque su hijo (yo) salía de extra. No quisimos ver que eso era algo que se repetía y cual émulos adelantados a la era de Rajoy no hicimos nada esperando que las cosas cambiaran por voluntad propia.

Hay que mirar al futuro pero queriendo cambiar el presente y erradicar los problemas del pasado. Pasa como con el PP y el PSOE, pretender la regeneración de alguno de esos partidos con Rajoy o Rubalcaba al frente o alguno de sus principales colaboradores es una falacia. Y en el audiovisual valenciano hay tanto vicio ya que quienes están haciendo cosas interesantes las hacen fuera (ejemplo del compañero Paco López Barrio con la serie Victor Ros) o de manera independiente: Adán Aliaga, David Valero, Chema García Ibarra, Eloy Enciso, Óscar Bernácer y Nacho Ruipérez son algunos de los nombres que me vienen a la cabeza, pero seguro hay más.

Hay mucho talento creativo pero son buitres carroñeros quienes llevan las riendas y muchos creativos que nos comportamos como ovejas. Mejor dicho, les permitimos que lleven las riendas. Creámonos la máxima de que sin nuestro guión no tienen nada, ¿por qué se lo vas a dar a alguien gratis? ¿y si montas tu productora o buscas a un productor de nueva generación con el que trabajar codo con codo que no esté anclado en la fórmula de la subvención y el beso negro para levantar proyectos?

Esta ira en algunas de mis expresiones vienen de un sentimiento de culpa de haber participado como oveja estúpida en ese audiovisual valenciano que tan buena fama nos ha dado, tanto que apenas se nos ve en el exterior.

PD: Si Ausiàs March fue la locomotora del audiovisual valenciano «echemos abajo la estación de tren. Demoler, demoler, demoler, demoler»:

SEAMOS SERIOS

Titulado por la ECAM, Iván Reguera es colaborador de la revista Cinemanía y de electroduende.com y edita su propio blog . Además fue director de la revista de cine Op.Cero, ha escrito varios libros de cine y ha sido profesor de lenguaje audiovisual. Actualmente se paga el alquiler trabajando como guionista en publicidad.

por Iván Reguera

Siempre me ha asombrado la capacidad que tienen los americanos para reflejar su historia más reciente en sus películas. Y reflejarla bien y rápido. No niego que franceses, italianos o alemanas hagan buen cine político, pero el cine o la televisión son medios de expresión que los americanos siguen dominando como pocas sociedades en el mundo. En los últimos días he visto tres películas sobre la más reciente historia americana: Margin Call, Too Big to Fail y Game Change.

En Margin Call los jefazos de un banco de inversión viven las 24 horas previas al inicio de la crisis financiera de 2008. En una secuencia escalofriante, un personaje mira a las aceras desde su coche y le dice a otro: “Toda esa gente no sabe lo que le viene encima”. ¿Les suena? Too Big to Fail cuenta las angustias del Secretario del Tesoro Henry Paulson (un estupendo William Hurt) ante la misma crisis. Game Change habla del funesto personaje de Sarah Palin (inconmensurable Julianne Moore), una mujer cerril, extremista, bruta, inculta, populista y a la postre peligrosísima. La película no da tregua, es bestial, la destroza. Y me parece comprensible, no hay nada que salvar de Palin. Viéndola pensé en alguien escribiendo algo parecido sobre Esperanza Aguirre. Borré enseguida la inocente idea de mi cabeza.

Las tres películas son ejemplos de una industria atenta a su país y a su sociedad. Bien. Ahora aterricemos, volvamos a nuestro país. ¿Se imaginan una buena película sobre el reciente rescate financiero a España, sobre el muy cinematográfico escándalo Bankia, sobre el jugosísimo juicio del 11-M? No, ¿verdad? ¿Qué tenemos a cambio? La película de Carmina, la de Rocío Jurado, la de Raphael, la de la duquesa de Alba, la de Felipe y Leticia, la de la reina Sofía, la de Alfonso de Borbón, la de Carmen Cervera, la de Marisol, la de Paquirri, la de Cachuli… ¿Sigo? Mejor no. Y se piden más. Gustan, oigan. Tienen audiencia.

Hace unos días, de cena, un amigo productor me dijo que le tocaba los huevos la gente que repetía como loros eso de que “el cine español es una mierda”. Muy bien, podría ser, pero ¿los que dirigen la ficción en las cadenas qué son? ¿Y los espectadores españoles qué son? ¿Cómo llamamos a los que ven encantados toda esta mediocridad televisiva? Seamos serios.