SI LOS GUIONISTAS FUÉSEMOS SUPERHÉROES

Chon González

 Tendríamos una identidad secreta.

Si los guionistas fuésemos superhéroes, si utilizáramos nuestra habilidad para cuidar y hacer feliz a la sociedad y poner a los supervillanos en su sitio, es evidente que, como Peter Parker, Clark Kent o muchos otros, deberíamos tener un alias, un segundo nombre para nuestro alter ego justiciero que protegiera nuestra verdadera identidad de posibles venganzas y represalias de enemigos y supervillanos.

Pero nada de nombres tipo; Escrito por, Pianista en un burdel o Gabkarwai, tendríamos poderosos títulos como Supertrama, Capitan turning point, Brainstorman, Mr Gag, o Escaletaman.

Nos moveríamos a supervelocidad.

Tendríamos la habilidad de movernos súper rápido, a una velocidad casi imperceptible para el ojo humano. Cosa que nos permitiría tareas épicas como ser los primeros en llegar a una barra libre o, levantándonos de la cama sólo 5 minutos antes de la hora, llegar a trabajar a un polígono de la periferia sin que nadie fuera capaz de advertir cualquier signo de tardanza. En ese mismo sentido, podríamos estar tomando una cañas en el centro de la ciudad segundos después de terminar nuestra jornada laboral.

Podríamos volvernos invisibles.

Don que nos sería de gran utilidad en las fiestas de rodaje para que nadie del equipo se percatara de nuestra presencia y nos agobiaran como, efectivamente, sucede. Podríamos ir a estrenos de películas o series que hemos escrito sin que nadie, ni tan sólo la prensa especializada, se diera cuenta de que el guionista está allí e incluso que después de estrenada una película, esta se conozca por ser de tal director o cual actor permaneciendo así nuestro poder de invisibilidad en el tiempo.

Podríamos también estar más de un año enviando curriculums y pruebas de guión sin que ninguna productora fuera capaz de detectar nuesta existencia. Fascinante, ¿no?

Poseeríamos capacidad de cicatrización.

Al igual que Lobezno, podríamos curarnos heridas y cicatrices en tiempo récord. En unas horas regeneraríamos el desgarro de un navajazo de  productor ejecutivo o delegado en forma de nota de guión tipo “¿esto lo ha escrito un mono?” o “no sabía que se pudiera teclear con el culo, pero se ve que sí”. Curar esas heridas en pocas horas sintiendo apenas una fugaz punzada de dolor, como los superhéroes de verdad.

Veríamos el futuro.

Ese poder de clarividencia, ese saber cómo va a acabar una historia… Si fuéramos superhéroes dispondríamos de tal habilidad y nos anticiparíamos a los acontecimientos que, siendo sorprendentes para el resto de los mortales, se mostrarían diáfanos ante nuestros ojos.

Si un inquietante psicólogo acompaña a un no menos inquietante niño, nos anticiparíamos a adivinar que el fulano es un fantasma; si el asesino fuera esa chica de aspecto inocente y desvalido, lo tendría jodido para engañarnos atendiendo a nuestro poder de ver el futuro; si el bueno se hace malo o el malo es el director del museo con una careta de scooby doo, lo anticiparíamos sin duda. Como a los buenos héroes, sería muy difícil sorpredernos.

Subiríamos por las paredes.

Ante situaciones de peligro o embarazosas como, por ejemplo, que un supervillano tire abajo todo nuestro trabajo de semanas y haya que rehacerlo en cuestión de horas o cuando un conocido archienemigo, por maldad o estupidez, nos desprestigiara públicamente ante los ciudadanos de nuestra Gotham City particular, la fuerza surgida de nuestra propia desesperación nos haría trepar por las paredes que tuvieramos más  a mano. Sé que cuesta de imaginar, pero debería sucedernos.

No nos jubilaríamos.

Todo el mundo sabe que los superhéroes no se jubilan. De hecho podríamos decir que son una especie de freelance.  Mes que no salvo a la humanidad mes que no como, o algo así.  Pues eso nos pasaría si tuvieramos su status.

Atendamos al hecho de que muchas de sus acciones heroicas no tienen retorno económico, las hacen por amor al arte “ por amor a la humanidad al bien y a la justicia” como dicen ellos, cuando no son manipulados por un supervillano y acaban trabajando sin saberlo para el enemigo y sin una mala ambrosía que llevarse a la boca. Así es dificil ir ahorrando, claro,  y además todos sabemos cómo está el tema de la seguridad social, mucho se habla de los parabienes del  epígrafe artístas, toreros y superhéroes  pero en realidad na de na. Resultado, un superhéroe muere, pero no se jubila. Ese sería nuestro destino.

Nunca nos quedaríamos con la chica.

Así es. Al contrario de lo que sucede en la realidad (que los guionistas no paramos de ligar), si tuvieramos superpoderes, una identidad secreta y un compromiso con la humanidad, sería difícil estar por el “tema” y aunque todo nuestro halo de misterio fuera magnético, sucedería, como les sucede a casi todos los héroes, que nos resultaría imposible consumar y probablemente los réditos de alcoba de nuestras valientes gestas fueran aprovechados por otros miembros de la comparsa, por poner un ejemplo al azar, por los actores.

Por suerte, los guionistas, no somos superhéroes y nada de lo aquí explicado sucederá jamás.